//=time() ?>
Lo que sucede
dentro de nosotros
es una marca
repetitiva.
Mil años antes
del hombre
y su huella
ha sido
siempre luz.
41/100
Te veo alejarte
con un dulce
de buenas noches,
o sea,
todo al revés,
cuando vengo te vas
y cuando nos vamos
el mundo desaparece.
40/100
En los amaneceres
eres mía
y no me importa
ni tu edad,
ni tus sueños.
Pero siempre
desapareces
o estás a mis espaldas
abrazándome.
39/100
Cuando te hiciste
noche
y mis mares
pasaron
a tus manos
arrojé
todo el mundo
fuera de mi,
dentro de ti.
Tu mirada,
yo cuerpo,
tu Ilíada,
yo Héctor,
tu aislada,
yo objeto.
38/100
Tomé tus manos
cuando aún
estaban con barro
y alcé a los cielos.
Te veías
en mis lentes dorados
y mi risa
maquiavélica
fue un invento
de noches fríos.
37/100
Cambié tus hábitos
de vida
por sueños
a mil puntos.
Sentí
haber creado
una muñeca
irresistible
y manipuladora.
36/100
En tus medias vueltas
o vueltas enteras,
te veía
de largas piernas,
sin final,
cual noche
de veinticuatro horas.
Tus lunares
los pinté
con los ojos
y con la lengua
inauguré
un mar de tranquilidad.
35/100
No vacilaste
y tampoco
entumeciste
más allá de lo divino.
Me empapé
en tu indiferencia,
colgué mis gafas
para mirarte mejor.
Desapareciste.
34/100
Cuando te miré
no atendiste
la rudeza
intrínseca
de mis mares de fuego,
hasta el momento
más océanico
de la lengua
extasiada
en el vacío.
33/100
Cuando llegaste
aún jugaba
a las escondidas
y sin embargo
quedé paralizada.
Los carros de fuego
giraban a tu alrededor
y en la mirada
puñales de oro derretido.
32/100