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También, para ponerlo fácil, cada cartelito tenía un efecto distinto y, para colmo, todo el cómic tenía el trazo mordido. No valía con hacer las letras si no que también había que darles la textura.
Con 176 páginas, todas las tipografías acopladas al dibujo y un cartelito con una tipografía distinta (dibujada a mano) cada dos o tres páginas. ¿Qué significaba esto? Pues que había que tapar el cartelito, dibujando y pintando encima.