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Igual hay que enseñar el tobillo, como las cortesanas clásicas.
O soltar más datos aleatorios hasta que la confusión haga efecto.
Ser adulto al final era fingir que tienes todo controlado, pero con peores hábitos que cuando eras un crío.
Lo mismo pasa con los gatos. Y a los que no les pase, no son de fiar.