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DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO
El fariseo parece exigir el pago de sus buenas obras; el publicano únicamente súplica compasión. Hay que recordar que ante Dios no cabe alardear de virtuoso. El señor conoce el corazón del ser humano y acoge al pecador arrepentido.
Una oración genuina es la que nos compromete con nuestra petición. Debemos orar sin desfallecer, consientes que debemos poner de nuestra parte para su realización. La oración no es para mover la voluntad de Dios, sino para mover la nuestra.
Muchos seguían a Jesús por los prodigios que realizaba; algunos, como esos diez leprosos, esperaban un milagro; sólo el samaritano, reconoce en Jesús la misericordia de Dios y, desde una fe agradecida, inicia una nueva relación con el maestro en el camino de la Salvación.
DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO
¿Qué significa esta «puerta estrecha»?Todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es «estrecha». No hay privilegiados. La salvación, que Jesús realizó con su muerte y resurrección, es universal.