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Si un niño no sabe leer, le enseñamos. Si un niño no sabe nadar, le enseñamos. Si un niño no sabe multiplicar, le enseñamos. Si un niño no sabe comportarse ¿le enseñamos? o ¿lo castigamos?. Herner
A veces a los adultos se nos olvida que los niños viven en un mundo todavía desconocido y que las emociones que experimentan son intensas. Cuando un adulto cuenta una historia a un niño le proporciona seguridad, tranquilidad, placer, vocabulario y hasta superación de sus miedos.
Vivimos en una sociedad llena de estereotipos de género que condicionan muchas de nuestras acciones diarias. Limitar sus opciones por ser niño o niña no tiene sentido. Tenemos que proporcionarles seguridad y autoestima para responder a ciertos comentarios. Alba Alonso Feijoo