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Edward Mordrake fue un joven inglés que nació con una segunda cara en la parte posterior de su cabeza. Totalmente inoperable, cuenta la leyenda que este segundo rostro podía reír, llorar y emitir sonidos lo que sumió a Edward en una profunda depresión que lo llevó al suicidio.
Hoy sabemos que la mayoría de las pinturas rupestres fueron pintadas por mujeres. Tras muchas investigaciones se concluyó que el 75% de las huellas eran femeninas acabando así con la idea, asumida por muchos expertos, de que los artistas prehistóricos eran principalmente hombres.