Tras la destrucción de los selenitas, del viento y las cenizas surgieron los segundos hijos de Iren.

Los erinios unas criaturas nobles y de gran fuerza y los rukh feroces bestias sedientas de sangre.

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Yo logré roer
sus selenitas cadenas.
La sabiduría
a veces coge eslabones
débiles, sordos y ciegos.

Yo volé galaxias enteras,
encallar en estos potreros
y convertirme
en bola de fuego
atado a su fría mirada.

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