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El poeta enreda
entre palabras sutiles
la delicada organza
hecha de estrellas
chaperonas.
¿Dónde la enamoramos?
La nada nos queda
y envuelve sus besos
de silencios sentenciados.
Todo perdido.
92/100
El poeta eleva
la figura de la mujer
a alturas
inalcanzables.
¿Dónde la queremos realmente?
Entre sabanas de seda
y perfumes de mar libre,
entonces la luna parece perfecta.
Baja y nos aquieta.
91/100
Los poetas
a dos manos
escriben sobre
la piel
de mil doncellas.
Los altos y bajos
de sus letras
con pluma de oro
macizo
donde nadie lea.
90/100
No se mueve
y las candilejas
hacen magia dulce.
La tentación
lleva por nombre
un silencio de bocas.
Hace frío
y el calor nuestro
traspasa ideales.
Escribo y describo
las manos
bajo sus faldas.
88/100
El cielo rompe su silencio
y la curvatura de la luz
recibe en forma de castigo
la belleza de una muerta.
Una piedra hecha
a mano por proxenetas
vacía el aire de su piel
y refulge por orden escrita.
87/100
La muerte corona
cada noche en algún lugar,
donde la fría mar
espera la escolástica
peregrinación.
Sus verdades,
sus versos,
sus acordes,
sus rezos,
sus falsedades.
86/100
Sus colgajos hacían nata
entre la muchedumbre,
las lloronas contratadas
eran un adorno herrumbre.
Las estrellas y su misterio
de lucir diminutas
cuando en verdad
son parientes de su celador.
85/100
Te lloraron los humanos,
sus mujeres reían,
más ellas no sabían
habían creado un mito.
"Un séquito de vana idolatría"
desparrama sus deseos
entre flores plásticas
"la Venus es caricatura"
84/100
“Una saeta en la noche”
despedaza sus moléculas
con el vértigo
de una canción perdida,
otro lamento más.
Se hacía invisible
frente a todos.
Ascendió pálida,
cual espejo empañado
con el vaho de la muerte.
83/100
La noche es azul intenso,
han bajado las estrellas
y cuelgan de las flores muertas.
Un arma de doble filo,
las pasiones escondidas
y nadie sabe cómo descargar.
82/100