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Hasta las aves
reconocen en su vuelo
el pesar
plateado de tu mirar,
quedan en el aire
cual fotografía
a mil pixeles
por minuto.
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En mi piel
ruge el implacable
descontento
de noches
a solas,
mientras
te codeas
con hambrientos
poetas.
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En mis ojos
el fuego de ellos
e incinero
la mañana
bajo sus sábanas.
A cruel galope
se sueñan
embistiendo
la frialdad
de tu carne triste.
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Aflojas tu velo
en medio
de una danza
estática
y conoces
sus ojos perdidos
en la organza
dispuesta.
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Un "ruido blanco"
sobre tus hombros
es droga
para sus bocas.
Se excitan
al mencionar
tu nombre
bajo el paladar
lleno de ellos.
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Yo voy quemando
todo alrededor,
así no olvidan
el precio
de las flores
y sus mareas.
Soy daga
desde mil puntas
y giro tenue
al llegar el invierno,
contigo
y los lobos.
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Te miran y bajan
a sus paramos
de deseos
pantanosos.
Te suben
a sus cuerpos
y lo sagrado
es pagano.
En altares
su bajeza sublime
corre por
tus piernas.
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Tu desnudez petrea
exalta a poetas
y en fila
buscan en sus
diccionarios
los verbos
jamás usados
para ensalzar
tu bajo vientre.
Tu desnudez brilla
en las pasiones
humanas,
junta cuerpos
y deambula
por las mentes
perdidas
al saberte mía.
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Tú mi luz
yo tu reflejo,
tú mi voz
yo tu sosiego.
Tú mi cruz
yo tu cielo,
tú mi sol
yo tu luna.
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Hemos girado
junto a los eventos
de sombras
y perdición.
Hemos liberado
la gracia
del perdón
entre aullidos
de muerte implacable.
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